546 kilos de residuos en tu salón: ¿y si la realidad aumentada viniera al rescate del medio ambiente?

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Nuestra relación con el medio ambiente suele estar sesgada por la deseabilidad social: hoy, por ejemplo, es difícil declararse públicamente en contra de la preservación del medio ambiente. Si bien la gran mayoría de los encuestados dice estar a favor de proteger el planeta, esto no siempre se traduce en la adopción de estilos de vida más virtuosos, un apoyo más activo a políticas, organizaciones o industrias respetuosas con el medio ambiente.

En otras palabras, seguimos observando una desviación: el comportamiento real no no corresponde a las actitudes declaradas.

Una explicación de la inercia propia de estos comportamientos radica en el carácter abstracto de las consecuencias de nuestras acciones en el planeta: son geográficamente distantes, en el tiempo, inciertas y no siempre afectan a las poblaciones con las que estamos próximos. Estamos hablando aquí de "distancia psicológica" : los individuos se sienten menos afectados por eventos percibidos como “más distantes” en términos espaciales, temporales, sociales o hipotéticos. El fenómeno jugar completo sobre temas ambientales.

Además de incentivos o medidas vinculantes, parece importante ayudar a las personas a comprender mejor el impacto ambiental de sus decisiones haciendo que sus consecuencias, a menudo remotas en el espacio o el tiempo, sean visibles y destacadas en el "aquí" y el "ahora". Esto los ayudaría a adoptar comportamientos más virtuosos y los alentaría a presionar por la implementación de políticas proambientales. Los estudios han demostrado que una buena manera de promover todo esto es proporcionar anclaje en un entorno familiar y real ¿Y si las herramientas de realidad aumentada, al reducir la distancia psicológica, nos ayudaran?

Esta es la idea central del proyecto. ser consciente. Fue diseñado por equipos del centro del Instituto Nacional de Investigación en Ciencia y Tecnología Digital (Inria) de la Universidad de Burdeos, el laboratorio de economía experimental de la Escuela de Negocios de Borgoña en Dijon (LESSAC) y el Centro Internacional de Investigación sobre Medio Ambiente y Desarrollo en París.

Todos tienen su propio basurero gigante.

Consideremos objetos que son bien conocidos por todos: desechos domésticos. En la ciudad como en el campo, nuestros residuos no se acumulan en o frente a nuestra casa. Nuestros servicios de limpieza funcionan correctamente, con recogidas semanales que dan a todos la oportunidad de deshacerse fácilmente de sus residuos.

Esta situación, por cómoda que sea, no nos permite visualizar la magnitud de los residuos que producimos. En Francia, según las cifras de Eurostat de 2019, un individuo produce de media 546 kilos de residuos domésticos al año. Pero, ¿cómo representarlo?

Precisamente porque es complejo formar una representación de esta cifra, es difícil alentar a los individuos a reducir esta cantidad. Algunas acciones ya están trabajando en esta dirección. En Lyon, por ejemplo, en el marco del proyecto Global Getaway, una obra efímera de la artista Friendly Liu, que representa una bote de basura gigante fue expuesto a los transeúntes, en un intento de ayudar a las personas a reflexionar sobre su producción de residuos.

Desde nuestro punto de vista, es posible hacerlo aún mejor mostrando a todos sa bote de basura gigante. En nuestro proyecto, usamos herramientas de “visualización situada” (representaciones de datos incrustados): los datos estadísticos se muestran cerca de los espacios físicos, objetos o personas a los que se refieren. Así, podemos, por ejemplo, mostrar en un entorno familiar las cantidades de residuos que produce un individuo a la semana, al año oa lo largo de toda su vida.

Gracias a la realidad aumentada, permiten a los espectadores interpretar las cifras acumuladas en contexto. Se trata de empujarlos a tomar acción en el mundo físico en respuesta a la información obtenida.

Educar y empujar a la acción

Nuestras primeras pruebas de laboratorio mostraron que con estas visualizaciones, la respuesta emocional resulta ser mayor que cuando los datos se comunican de una manera más tradicional con figuras, gráficos o imágenes que se muestran en una pantalla de computadora. Además, los participantes encontraron las visualizaciones de desechos creíbles, realistas, informativas y confiables, y parecen tenerlas en cuenta en su decisión.

El desarrollo de estas herramientas a mayor escala no parece descabellado: son sencillas, fácilmente adaptables al consumo de todos, y comprensibles para todos. Las limitaciones técnicas y de equipo también son mínimas: en algunos casos, se pueden usar teléfonos inteligentes simples para crear la ilusión de realidad aumentada.

En otros casos, incluso dispositivos más inmersivos, como los auriculares de realidad aumentada, pueden exponer a cientos de participantes a experiencias de usuario significativas e impactantes. Nuestras herramientas son fáciles de usar en el aula y, en ese sentido, la realidad aumentada nos permitirá explicar mejor a los estudiantes y estudiantes de secundaria los problemas asociados con el mecanismo de compartir un “bien común”.

La acción proambiental está directamente ligada a un cambio profundo en nuestros estilos de vida. Este cambio sólo puede darse si es comprendido, aceptado, acompañado y alentado. Los nuevos enfoques educativos en este ámbito, como los que ofrecemos con la realidad aumentada, parecen constituir una interesante oportunidad a aprovechar para la construcción de un futuro sostenible, equitativo y deseable.

Ángela Sután, Profesor de economía del comportamiento, Escuela de Negocios de Borgoña ; ivan ajdukovic, Profesor asociado, Escuela de Negocios de Borgoña et Martín Hacha, Director de investigación, Inría

Este artículo ha sido publicado de nuevo. La conversación bajo licencia Creative Commons. Lee elarticulo original.


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