
Es un gran clásico de las dictaduras y los poderes totalitarios: cuando el pueblo se resiste, ataca a la Iglesia. En Nicaragua, la pareja dictatorial Daniel Ortega/Rosario Murillo, quienes se arrogaron todos los poderes repartiendo puestos claves a otros miembros de la familia (canales de radio/televisión, cadena de publicidad, gasolineras, etc.), vienen a dar un nuevo paso al arrestar al obispo de Matagalpa, Rolando Alvarez. Valiente crítico del régimen, denunció en particular el cierre por parte de las autoridades de cinco emisoras de radio católicas en su diócesis, exigió “respeto” a la libertad de culto y el fin del “hostigamiento” que sufre la Iglesia católica. Consideradas "desestabilizadoras y provocadoras" por las autoridades, sus protestas le valieron ser sitiado en su obispado junto a sus principales colaboradores durante 15 días. Desde el 4 de agosto nadie podía entrar ni salir, ni siquiera para provisiones. “No recibieron bebida, comida o medicina; solo tenían frijoles y arroz para comer”, se queja Bianca Jagger, fundadora de la ONG de derechos humanos del mismo nombre.
Finalmente, en la madrugada del viernes 19 de agosto, la policía irrumpió en el obispado para detener a sus ocupantes. Monseñor Álvarez fue puesto bajo arresto domiciliario en una casa de familia donde el Cardenal Arzobispo de Managua, Leopoldo Brenes pudo recibirlo. "Su estado físico se ha deteriorado", testificó el cardenal, pero su "espíritu y moral son fuertes". Quant aux huit autres personnes arrêtées avec l'évêque de Matagalpa, cinq prêtres et trois laïcs, elles seraient détenues dans la sinistre prison d'El Chipote où croupissent de nombreux opposants politiques au régime (ils seraient plus de 180 emprisonnés dans le pays selon l 'Unión Europea).
“Sigo con atención, con preocupación y dolor, la situación creada en Nicaragua”, dijo el Papa Francisco el domingo 21 de agosto, después del rezo del Ángelus. 26 exjefes de Estado y de Gobierno de España y América Latina llamaron al Papa Francisco el 17 de agosto a "defender con firmeza al pueblo nicaragüense y su libertad religiosa", acusando al presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, de "dictadura primitiva". El 20 de agosto, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, dijo que estaba “profundamente preocupado por la grave obstrucción del espacio democrático y cívico en Nicaragua, y las recientes acciones contra las organizaciones de la sociedad civil, incluidas las de la Iglesia Católica. Pidió garantizar "la protección de los derechos del hombre y de todos los ciudadanos, en particular los derechos universales de reunión pacífica, libertad de asociación, pensamiento, conciencia y religión".
Pero fuerte en el viejo apoyo de Rusia y sus aliados (Cuba, Venezuela, Irán, Turquía), el matrimonio Ortega parece totalmente insensible a las condenas internacionales, vengan de Naciones Unidas o de la Organización de Estados Americanos. Exguerrillero sandinista admirador del Che Guevara, Daniel Ortega ya había dirigido el país de 1979 a 1990. Regresó al poder en 2007. Desde entonces, él y su esposa, al frente de una oligarquía familiar, han asumido todos los poderes con la unción del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). En 2018, la represión de los manifestantes contra la dictadura, algunos de los cuales se habían refugiado en iglesias, dejó al menos 355 muertos, 2 heridos, medio millar de presos y decenas de miles de exiliados. Daniel Ortega, de 000 años, fue reelegido en 76 por cuarto mandato consecutivo al frente de Nicaragua, en una papeleta en la que estuvieron ausentes todos sus principales opositores, detenidos u obligados a exiliarse. Durante la primera mitad de 2021, las autoridades cerraron más de 2022 organizaciones de la sociedad civil. El 1 de marzo, Nicaragua expulsó al Nuncio Apostólico. En definitiva, la Iglesia Católica sigue siendo el único opositor fuerte en el país, de ahí la proliferación de prohibiciones y vejaciones contra los sacerdotes, hasta este ataque frontal contra el obispado de Matagalpa. Podría verse obligado a exiliarse como lo fue, en 200, Monseñor Silvio José Báez, obispo auxiliar del arzobispado de Managua. La pareja Ortega/Murillo claramente tiene una cuenta que saldar con la Iglesia Católica: en julio de 6, en una violenta diatriba, el presidente Ortega equiparó a los sacerdotes con “escoria” que usaría a Cristo “para destruir la vida de los pueblos indígenas”. Y su compañera, la vicepresidenta Rosario Murillo, se sumó a la denuncia de “acciones satánicas” (sic) cometidas por la Iglesia contra el régimen.
Felipe Oswald
fuente: La Croix
Este artículo se publicó en Selección del día.