Impactante testimonio de un adolescente perseguido que se convirtió en líder empresarial en Benín
"Cuando el abuso empeoró, me desanimé. No quería que el Señor ni nadie me hablara. Estaba debilitado por el dolor y las dificultades".
Organización Voz de los mártires relata el conmovedor testimonio de Edosa y cómo Dios suscitó en ella la esperanza.
Edosa vive en Benín. Siendo todavía una adolescente, su padre muere. Polígamo, deja 3 esposas y 15 hijos. La madre de Edosa se volvió a casar y pronto tuvo dos hijos más. Luego le pide a Edosa que abandone la casa familiar.
Es con un tío que Edosa es acogida, con la condición de que trabaje a tiempo completo como empleada doméstica. Al no poder pagar las cuotas escolares, Edosa abandona la escuela.
A la edad de 19 años, va a la iglesia y se convierte al cristianismo. Golpeada por su tía a causa de su fe, es nuevamente expulsada de la casa. Vive en la calle varios meses, hasta que una mujer musulmana la acoge en su casa y le ofrece trabajo como limpiadora.
Pero Edosa se involucra cada vez más a nivel de la iglesia y esto disgusta a sus patrones, quienes la golpean nuevamente. Ya no le pagan y se ríen de ella: "Ve a ver a Jesús, te dará de comer".
La joven permanece 7 años con estos empresarios, y “los malos tratos se han agravado”.
"Cuando el abuso empeoró, me desanimé. No quería que el Señor ni nadie me hablara. Estaba debilitado por el dolor y las dificultades".
Ante esta persecución, ella se pregunta: "¿Dónde está Jesús? Elegí seguirlo, pero no vino a salvarme".
Paralelamente a su trabajo, Edosa se está capacitando en costura. Ella completa con éxito el programa, pero su empleador se niega a devolverle su certificado de nacimiento para validar su formación. Edosa la demanda. Enojado, el juez ordena al empleador que devuelva el certificado de Endosa y amenaza con enviarlo a prisión por no pagarle el salario de todos estos años.
"No quiero dinero", le dijo Edosa al juez, "quiero mi certificado. Lo que tengo es mejor que el dinero. Tengo a Jesús en mi corazón y el dinero no importa. No me importa".
Al salir del juzgado, el patrón vuelve a golpear a Endosa, pero decide devolverle su certificado. De nuevo sin hogar, obtiene permiso para dormir en uno de los talleres de costura.
Gracias a la esposa del pastor, obtuvo a través de una organización una máquina de coser y herramientas, una motocicleta para ayudarla a llegar a la iglesia y un alquiler donde podría vivir y trabajar.
“Cuando vi que todo me pertenecía, no supe qué decir. Empecé a llorar. Estaba muy, muy feliz y estoy agradecida con Dios”.
Endosa ahora tiene una tienda próspera. Ella emplea a 5 aprendices. Está dirigida a los cristianos del mundo.
“Pediré no cansarme de orar, de apoyar a los huérfanos, a las viudas y a los perseguidos… que están sufriendo como yo sufrí. Mi fe ha regresado. Ahora creo que el Señor puede salvar.
MC
