
Une autre de ces journées où le compteur de mon véhicule avale les kilomètres, l'avantage de mes trajets, c'est le temps que j'ai avec Dieu, également, disons le, le temps que j'ai pour réfléchir, et aussi escuchar la radio.
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EHe oído hablar de él varias veces esta semana, el nuevo caballo de batalla del Ministerio de Educación: el acoso escolar. Podría detenerme ahí, mis manos en el volante, mis ojos clavados en el asfalto y las líneas que se desplazan, solo aquí, todo lo que se describe sobre este tema tiene este extraño eco en mí ...
Ese chico de ahí, en un rincón del aula, soy yo.
Entonces sí, me dirás, siempre ha existido, los pícaros traviesos que maltratan al gordo de los vasos de la clase, que le hacen sufrir dolor ... Salvo que acá, la cosa es que ese tío de allá, en un rincón del aula, al lado de la que nadie quiere sentarse demasiado por miedo a ser rechazado a su vez, y quien duele un poco, soy yo.
Conoces a ese chico que todo el mundo cabreó en estas películas americanasBuen estudiante, buen chico, un poco tímido, más pequeño que la media (en este momento), regordete y afligido además de un problema de vista bastante raro que hace reír mucho a los demás ... Y que me hace perfectamente incapaz de '' realizar ciertos gestos normalmente en deportes que te ayudan mucho a integrarte (fútbol, por no nombrarlo). Ya sabes, ese chico que todo el mundo molesta en esas películas estadounidenses, y que a menudo termina siendo brutalizado por el capitán del equipo de fútbol o se ríe de las descaradas porristas de la escuela secundaria súper moderna, ¿conoces el género?
Pequeñas palabras o dibujos circulando
Bien, les di la foto, así que aquí estamos en 1995, estoy en segundo lugar, y soy un poco como el pequeño David en medio de una guarnición, tratando dolorosamente de llevar una armadura demasiado grande para mí, por ver como otros. Mi medio para tener paz: incitar la ira, rugir y tratar de fingir maldad para que uno me deje en paz. Porque ver a tu clase burlarse de tu físico a través de palabritas o dibujos que circulan y que te dan al final del curso no ayuda realmente a desarrollar y potenciar tu imagen de ti mismo.
Porque volver a casa después de un fin de semana y encontrar tu cama en ruinas, una botella entera de champú derramada sobre ella, y sus fotos plagadas de cuchillos, insultos escritos con esmalte negro en su escritorio… No debería pasarle a nadie.
La violencia se había convertido en mi medio de expresión. No es bueno verse "bien" en estos días, ¿es la bondad una debilidad?
No vivimos en un mundo donde los buenos son grandes. No vivimos en un mundo en el que se respete la sinceridad. A menudo escuchamos decir que no estamos en el mundo de los osos cariñosos o en una película de Disney, y es cierto.
Solo que aquí, a los 16 años, no estamos preparados para vivirlo en retrospectiva, y no lo cobramos ni lo digerimos realmente, lo acumulamos. El sentimiento de rechazo, soledad, frustración, enfado, tristeza, pensamientos oscuros, incluida la muerte, han sido una realidad para mí.
Según cifras oficiales, al menos el 10% de nuestros jóvenes se ven afectados directamente por este tipo de situaciones. Así que me resultó imposible no compartir mi lucha contra este Goliat.
Porque de hecho es de un gigante fuertemente armado del que estamos hablando, un provocador aparentemente más fuerte que nosotros, de pie con orgullo frente a todos nosotros y gritando su dominación con desdén.
Pero hay una victoria que tomar, similar a la del joven pastor que derrotó al malvado héroe de los filisteos y aquí está muy brevemente cómo me ayudó a lograr esta victoria:
- Lo primero que hizo Dios fue quítate la armadura, esta armadura demasiado grande para mí, inadecuada, de protección pesada y torpe porque artificial y copiando toscamente lo que el resto de mis compañeros de la época querían mostrar. Aceptar no ser como los demás, porque soy yo, y es esta identidad la que Dios me dio, y que tuve que afirmar.
- En segundo lugar, me hizo ir al río, símbolo de su presencia, para sacar allí mis recursos, esos pequeños guijarros, insignificantes y aparentemente no muy peligrosos para la vista humana, los veo como mi fe de la época, pequeños, pero sólidos. Ir al río significa tomarme un tiempo con Dios, un tiempo a solas con Él, para hablarle, escucharle, cantarle… Y eso cambia todo en mi vida diaria.
- Entonces fue hacia mis miedos que me condujo, y frente a este gigante, que se reía de mí, y de mis débiles medios mientras aterrorizaba hasta al más avezado. Enfrentar lo que nos hace temblar es simplemente decidir no dejarnos alcanzar, considerar lo que Dios ve más importante que lo que otros critican.
- Finalmente, está en dejar ir, rendirse y confianza total en dios que he visto caer a mi enemigo: nuestras mayores batallas se ganan de rodillas.
Como resultado de todo esto, tuve muchas oportunidades de oponerme a la maldad de los demás, pero también de mostrar perdón a aquellos que pudieron haber sido buitres en algún momento. He podido ver y experimentar lo poderoso que es el perdón y cómo derribar a un Goliat nos da fuerza para ayudar a otros a luchar contra sus propios gigantes.
¡Sé como David, recuerda que la armadura del gigante no es nada contra el nombre del Señor!
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gabriel kara
Gabriel ha trabajado como consultor durante mucho tiempo, con experiencia en comunicación, gestión y gestión de proyectos. También ha sido profesor en la Universidad de Aix-Marseille en Ciencias de la Educación y en la Politécnica, comunicación (oratoria, formación en medios, comunicación interpersonal y animación) e inglés profesional. Líder de alabanza y planificador de eventos, fue miembro del grupo de alabanza del Proyecto Tim y, más recientemente, del colectivo Hearts of Praise. Está involucrado en proyectos de federación e inter-iglesias como Alpha Connect. Gabriel está casado con Clémence y es padre de dos hijos. Después de casi treinta años en iglesias protestantes y evangélicas, pero también una carrera escolar en una institución católica, desea una fe activa dentro de la sociedad para ser sal y luz.
Publicado originalmente el 4 de abril de 2016