
Frente a una cámara, un yihadista de Daesh, hecho prisionero, cuenta cómo recibió a 3 mujeres como esclava sexual, un yezidi y dos cristianos. ¿Qué hizo para recibir esta "recompensa"? Denunció a su propio hermano ante Daesh, quien estaba considerando dejar la organización terrorista. Esta historia en el colmo del horror nos recuerda el terrible destino reservado por los yihadistas a nuestras hermanas cristianas.
VIoladas varias veces al día durante meses, obligadas a tragar montones de abortivos y anticonceptivos, quemadas vivas cuando rechazan estas repetidas violaciones, degolladas cuando ya no sirven,... Las mujeres cristianas sufren persecución dede una manera abominable con gran indiferencia.
Esta esclavitud sexual se extiende mucho más allá de las áreas de conflicto con Daesh, en Pakistán, en Uganda, en Indonesia,... Las víctimas tienen entre 7 y 70 años y en ocasiones pueden ser niños pequeños. En estos países, los hombres musulmanes se enorgullecen de decir:
"Las chicas cristianas solo sirven para una cosa: el placer de los hombres musulmanes".
¿Qué podemos hacer con este horror?
¡Rezar por supuesto pero también movilizarnos para sensibilizar a la opinión pública de nuestro país! Dondequiera que estemos, podemos participar a nuestro nivel en una conciencia internacional de esta insoportable situación.
La redacción