Los cristianos acogen a los refugiados ucranianos en Francia: el ejemplo del pastor Kévin y Delphine

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El conflicto ucraniano ha generado cerca de 8 millones de refugiados, de los cuales aproximadamente 100 se encuentran actualmente en Francia. Ante esta constatación, muchos cristianos se han organizado para ayudarlos, a través de asociaciones u ofreciéndose para acogerlos en sus casas.

Desde los primeros días del conflicto, el número de personas que huyen del conflicto en Ucrania ha superado la marca de 1,5 millones. Un año después, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) cuenta con más de 8 millones de refugiados, es decir, casi el 20% de la población.

Los cristianos franceses abren sus casas o locales a los refugiados que han huido de la guerra en su país, en respuesta a la llamada del Evangelio de Jesucristo. Esta solidaridad cristiana ha permitido crear lazos de amistad y fraternidad a pesar de las numerosas dificultades materiales, financieras y administrativas.

Enfoque evangélico fue al encuentro de estos cristianos comprometidos.

La Iglesia Bautista del Pastor Kévin Mickaël Commere, ubicada en Montbéliard, en el este de Francia, tomó la iniciativa de poner el apartamento de arriba a disposición de una familia ucraniana de cuatro.

Llegados el 28 de marzo, la abuela, su hija y sus hijos, llamaron a este pequeño apartamento "su casa". A pesar del desarraigo que están viviendo, se "sienten seguros" y esperan que "Dios intervenga para la salvación de sus compatriotas". Por ser cristianos, el pastor explica que pudieron compartir momentos de oración y así poner en común su fe, en estos tiempos convulsos.

“Halyna, Tanya y los niños son cristianos lo cual ha sido una bendición y lo hace más fácil. Ha sido un gozo orar con ellos, llorar con ellos, clamar a Dios con y por ellos”. 

En un pueblo de La Deule, cerca de la frontera con Suiza, Delphine recibió a cuatro mujeres, miembros de una iglesia en Kiev.

Juntos, fueron a la iglesia de Delphine, que instaló un sistema de traducción para permitirles seguir el servicio. Esta fe común los acercó y les permitió vivir momentos espirituales particularmente fuertes.

“Pudimos compartir momentos de oración en diferentes idiomas y experimentar la fuerza de la fraternidad y de una fe más grande que las diferencias de cultura”. 

El que acogió a estos ucranianos fue enseñado por su "total confianza en un Dios soberano". Nunca se dieron por vencidos, repitiéndose a sí mismos que "nada de lo que sucede está fuera de su control".

"Vimos la mano de Dios. Claramente. Profundamente. Nos mostró que estaba delante de nosotros en cada paso del camino. Y a pesar de los problemas y las dificultades, todavía me sorprende lo mucho que podemos ver a Dios obrar y hacer cosas maravillosas cuando cada uno de nosotros simplemente obedece nuestro llamado".

Esta experiencia es de animar y apoyar porque demuestra que la fraternidad y la solidaridad son valores esenciales en nuestra sociedad, trascendiendo fronteras y culturas.

Melanie Boukorras

Crédito de la imagen: Shutterstock / Yanosh Nemesh

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