
Las muñecas han formado parte de las culturas humanas desde hace milenios. Los más antiguos que se conocen, en madera, se remontan al 2000 a.C.. Hoy el muñecas de moda se encuentran entre los juguetes infantiles más populares, Barbie siendo uno de los modelos más vendidos de todos los tiempos.
Sin embargo, algunas de estas muñecas de moda más populares tienen un cuerpo de minceur como nunca podría ser alcanzado o mantenido por un ser humano en la vida real.
Sabemos que ver desfiles de imagenes de mujeres delgadas puede alterar la satisfacción de los espectadores con su apariencia y reforzar la creencia de que los cuerpos delgados son "perfectos"; a esto se le llama internalizar el ideal de delgadez. Entonces, ¿deberíamos preocuparnos por los efectos potenciales de las muñecas ultrafinas en los niños cuya autoimagen aún está en construcción?
En una estudio publicado por la revista Imagen Corporal, mis colegas y yo hemos encontrado evidencia de que las muñecas ultradelgadas afectan los estándares e ideales corporales que se fijan. Además, jugar después con muñecos de apariencia más realista no corrige estos efectos, al menos durante los cortos períodos de nuestro estudio.
La última infancia y la preadolescencia son etapas claves para tomar conciencia del propio cuerpo y del de los demás, y es durante este periodo cuando las niñas comienzan a manifestar prejuicio contra la grasa, para interiorizar un ideal de minceur una et preocuparse por su apariencia.
Crecer con estas influencias podría tener un impacto grave en su futura salud física y mental. Estar insatisfecho o insatisfecho con el propio cuerpo e interiorizar un ideal de delgadez contribuyen al desarrollo de trastornos de la alimentación, Para el depresión et falta de ejercicio.
Los estudios que investigan la influencia de las muñecas ultrafinas en las niñas han tenido resultados mixtos. A veces mostraban que las niñas que jugaban con estas muñecas desearían tener un cuerpo más delgado ellos mismos. Otros estudios no mostraron ningún efecto sobre la autoestima, aunque sí señalaron que provocaba La internalización de un ideal de delgadez..
Jugar con muñecos ultradelgados también puede tener implicaciones socioculturales y psicológicas. En un estudio, las niñas que jugaban con estas muñecas, independientemente de cómo estuvieran vestidas, parecían imaginar menos oportunidades de carrera que los que habían jugado con juguetes sin semejanza humana, o en grupos de niños.
Estilos de muñecas más o menos realistas.
Al observar la necesidad de profundizar en este tema, realizamos dos experimentos. El primero fue determinar qué cambiaba jugando con muñecas ultradelgadas en lugar de muñecas de aspecto más realista como Dora y Lottie. El segundo fue determinar si los efectos se revertían cuando las niñas jugaban posteriormente con estas otras muñecas u otros juguetes más "realistas".
Es importante destacar que nuestros estudios incluyeron "pruebas de referencia": evaluamos las medidas corporales ideales de los niños antes y después de jugar con las muñecas. Les preguntamos a las niñas cómo juzgaban sus propios cuerpos, cuál sería su cuerpo ideal hoy y luego en la edad adulta.
En el primer experimento, 31 niñas de entre 5 y 9 años jugaron durante cinco minutos con muñecas ultrafinas o muñecos realistas. Descubrimos que las niñas que jugaban con muñecas ultrafinas estaban menos satisfechas con sus cuerpos y que, según ellas, los cuerpos ideales eran significativamente más delgados al final de la sesión que al principio.
Quienes tenían muñecos con apariencia más realista estaban más satisfechos con su propia apariencia y sus definiciones del cuerpo ideal no cambiaron. Estos resultados sugieren que un breve período de juego con muñecas ultrafinas puede afectar los ideales y el bienestar de las niñas.
Representaciones interiorizadas por el juego.
En nuestro segundo experimento, queríamos ver si jugar con muñecas más realistas u otros juguetes como carritos de juguete podría compensar los efectos negativos causados por jugar con muñecas ultrafinas.
Como parte de este experimento, 46 niñas de entre 5 y 10 años participaron en dos sesiones de juego de tres minutos. En el estreno, todos jugaron con muñecos ultradelgados. Durante el segundo, volvieron a jugar con muñecos ultradelgados, o con muñecos más realistas, o con coches con caras deportivas.
Los resultados replicaron uno de los hallazgos clave del primer experimento. El yo ideal de los participantes parecía haberse adelgazado considerablemente después de la primera sesión de juego.
Esto sugiere que una vez que ha comenzado un cambio en la preferencia por un cuerpo más delgado, jugar con muñecas u otros juguetes más realistas puede no "arreglarlo" de inmediato.
Mis colegas y yo hemos planteado la hipótesis de que este aparente cambio en las preferencias puede ser el resultado de varios mecanismos psicológicos. Uno de ellos es interiorizar los mensajes positivos que crean los muñecos ultrafinos en torno a sus medidas. Por otro lado, existen efectos más "simples" de la exposición visual, mediante los cuales nuestro cerebro se adapta a una nueva "norma" corporal basada en lo que se percibe.
investigación previa demostró que estos dos mecanismos pueden funcionar juntos, lo que sugiere que las muñecas ultrafinas pueden actuar sobre las representaciones de las niñas combinando elementos culturales y visuales. Combinados con investigaciones anteriores, estos estudios confirman el riesgo potencial que estas muñecas de moda representan para la autoimagen de las niñas.
Si las muñecas no son la única fuente de influencia a la que están expuestas las niñas (la televisión, las películas, las redes sociales, sus padres y compañeros también desempeñan un papel importante), reducir su exposición general a imágenes sesgadas de un ideal corporal puede ayudarlas a formarse de manera más positiva. representaciones.
Los padres y educadores pueden ayudar a las jóvenes a sentirse más cómodo con su imagen y su aprender a amar su cuerpo por sí mismos dando el ejemplo de personas que están tranquilas con su apariencia, pero también pueden pensar en los juguetes y medios que ofrecen a sus hijos.
Linda Boothroyd, Profesor de Psicología, Universidad de Durham
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