
Ucrania prometió el domingo "represalias" tras los ataques rusos en Odessa, que mataron a dos personas y destruyeron una catedral histórica, mientras que Vladimir Putin afirmó que la contraofensiva ucraniana lanzada a principios de junio había "fracasado".
"No hay contraofensiva", dijo el líder bielorruso Alexander Lukashenko, principal aliado de Rusia en el conflicto de Ucrania, a quien su homólogo ruso recibe en San Petersburgo, en el noroeste de Rusia.
Putin luego lo interrumpió y dijo: 'Hay uno, pero falló'.
Blanco regular de los ataques rusos, Odessa, en el Mar Negro, cuyo centro histórico fue catalogado a principios de este año por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad, fue objeto de un nuevo ataque nocturno que dejó dos muertos y 22 heridos, entre ellos al menos cuatro niños, según las autoridades ucranianas.
Dentro de la Catedral de la Transfiguración, en gran parte destruida, hay escombros en el suelo mientras los residentes intentan despejar el área.
Muros derrumbados, íconos quemados, candelabros traqueteando: este espléndido edificio de más de 200 años está devastado. “Todas las decoraciones están prácticamente destruidas. Sólo el campanario está intacto”, lamenta el padre Myroslav, vicerrector de la catedral.
"Definitivamente habrá represalias", prometió el presidente Volodymyr Zelensky.
En París, donde tiene su sede, la Unesco condenó "con la mayor firmeza" los "brutales ataques llevados a cabo por las fuerzas rusas".
“Estas terribles destrucciones marcan una nueva escalada de violencia contra el patrimonio cultural de Ucrania”, denunció la directora general de la Unesco, Audrey Azoulay.
"Ventanas rotas"
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Ucrania denunció "un crimen de guerra que nunca será olvidado ni perdonado".
Oleksiï, un residente de Odessa, dijo que tenía "las ventanas de su habitación destrozadas" por uno de los disparos. "La cocina tiene un agujero en el techo", dijo a la AFP.
Los ataques se produjeron poco después de que Moscú anunciara que había realizado maniobras militares en el Mar Negro, donde las tensiones han aumentado desde la expiración de un acuerdo que permitía las exportaciones de cereales de Ucrania.
Odessa, en el sur de Ucrania, es un puerto estratégico para el tránsito marítimo en la región y ha sufrido numerosos ataques nocturnos durante la última semana.
Veinticinco monumentos resultaron dañados en los ataques del domingo, según el gobernador regional Oleg Kiper, quien acusó al ejército ruso de haber "apuntado deliberadamente sus misiles al centro histórico de Odessa".
En una carta al patriarca ruso Kirill publicada en las redes sociales, el arzobispo Viktor de la diócesis de Odessa de la Iglesia Ortodoxa Ucraniana llamó el domingo a "¡detener el derramamiento de sangre!"
Antes del lanzamiento: "Sus obispos y sacerdotes consagran y bendicen los tanques y los cohetes que bombardean nuestras pacíficas ciudades".
El ejército ruso afirma apuntar solo a sitios militares. El domingo, afirmó haber bombardeado lugares donde “se estaban preparando actos terroristas contra Rusia usando drones navales”.
Según la portavoz de la diplomacia rusa, Maria Zakharova, la destrucción infligida a la Catedral de la Transfiguración "está también en la conciencia" de Kiev, que, según ella, sitúa sus sistemas de defensa aérea en zonas residenciales.
Paseo por Putin y Lukashenko
Respecto al grupo de Wagner, el presidente bielorruso aseguró el domingo a Putin que lo "mantenía" en el centro de Bielorrusia, a pocas semanas de la llegada a este país de varios de sus combatientes.
“Están pidiendo ir al oeste (…) a Varsovia, Rzeszów”, exclamó el señor Lukashenko en presencia del presidente ruso, quien esbozó una leve sonrisa. “Pero, claro, que los mantenga en el centro de Bielorrusia, como habíamos acordado”, añadió, aunque dijo que había notado “su mal humor”.
El líder bielorruso, presentado como mediador entre el Kremlin y Yevgeny Prigojine en el momento de la rebelión abortada de Wagner a fines de junio, apareció junto a Vladimir Putin durante un raro paseo de los dos líderes en Kronstadt, cerca de San Petersburgo. Los dos hombres posaron con espectadores visiblemente entusiastas.
Esta escena, de la que AFP no pudo comprobar el grado de espontaneidad, llega en un momento en que las autoridades rusas intentan demostrar desde la abortada rebelión de Wagner que Vladimir Putin aún cuenta con el apoyo de la población y el ejército.
Alexander Lukashenko también acusó a Varsovia de querer "transferir territorios" del oeste de Ucrania a Polonia.
El jefe de la diplomacia ucraniana, Dmytro Kouleba, denunció "intentos inútiles" destinados a "abrir una brecha entre Kiev y Varsovia".
“A diferencia de Rusia, Polonia y Ucrania han aprendido (la lección, nota del editor) de la historia y permanecerán siempre unidas contra el imperialismo ruso y la falta de respeto al derecho internacional”, aseguró el ministro ucraniano en Twitter.
El Consejo Editorial (con AFP)