
El 7 de marzo de 2022 durante su reunión en Poissy, el presidente de la República, Emmanuel Macron, anunció su intención suprimir el canon de licencia audiovisual si fuera reelegido.
A este anuncio le siguió una convocatoria de paro y una jornada de movilización interempresarial Martes 28 junio.
La tasa es un impuesto impopular y, a pocas semanas de las elecciones, tal declaración ha suscitado una serie de comentarios desfavorables por parte de sus opositores, pero también de la parte de los sindicatos de periodistas, sociedades de autores (la SACD, la ESTAFA) e investigadores. Parece legítimo preguntarse por esta afirmación y por los riesgos que la supresión del canon puede suponer para la radiodifusión pública.
En un principio, los críticos pusieron en el mismo plano la voluntad de Emmanuel Macron y las propuestas de Marine Le Pen y Éric Zemmour de abolir la realeza. Sin embargo, estos últimos buscan sobre todo privatizar todo o parte del sector audiovisual público. Podemos considerar que la supresión del canon de licencia sería un primer paso hacia la progresiva privatización de la radiodifusión pública.
Sin embargo, simpatizantes del presidente intentaron apagar el fuego: así, al día siguiente, el vocero del gobierno, Gabriel Attal dijo sobre Francia-Inter : "Obviamente seguiremos financiando la radiodifusión pública". Asimismo, Jean-Marc Dumontet, referente cultural de En Marche y amigo del presidente declaró en Arte: "no nos asustemos por nada", explicando la necesidad de la abolición de la realeza por la desaparición de las viviendas fiscales a las que el se adjunta tarifa. Agregó que en un momento de mayor lucha contra la desinformación y defensa de la soberanía nacional, un se necesitaba un servicio público fuerte e independiente. Las opciones planteadas para garantizar y sostener el financiamiento, incluso si este financiamiento estuviera incluido en el presupuesto del Ministerio de Cultura, son la consulta previa con ARCOM y una ley de programación quinquenal.
Los críticos, por su parte, insistió en la amenaza de la pérdida de independencia del sector público audiovisual con respecto a la política, que no ya no está garantizado por un impuesto específico.
También hablan de la necesidad de una financiación a largo plazo durante varios años, en la medida en que, especialmente en televisión, los proyectos tardan entre dos y tres años en eclosionar y no pueden contemplarse en el marco de los presupuestos anuales. Otros señalan que “los gobiernos son siempre indigentes” (Jean-Noël Jeanneney en el citado programa Arte) y que en consecuencia recortarían créditos y aumentarían los espacios publicitarios para compensar el déficit. Finalmente, actores del mundo cultural están preocupados el agotamiento de la financiación para sus producciones o el lugar de crecimiento corporativismo y lobbies que no dejarían de conducir a esta reforma[7].
Todos temen una forma de injerencia o presión del Estado si la financiación de la radiodifusión pública pasara a depender totalmente de él. Más aún en un contexto de derechas del panorama político, con corrientes populistas que se encuentran con cierto éxito.
La tarifa y sus límites
El canon de licencia se introdujo en Francia para la radio en 1933, siguiendo el modelo que ya financiaba la BBC en el Reino Unido. En Europa, a diferencia de Estados Unidos, la elección de un sector público/privado dual se hizo fuera de lugar entre los años 1930 y 1950, pero prevaleció en todas partes. Al principio, el gravamen parecía justo, ya que se trataba de cobrar un impuesto solo a los hogares que poseían un aparato de radio y luego un televisor. Pero durante casi cien años, el panorama de los medios y las técnicas de transmisión han evolucionado considerablemente.
Además, la tasa no se ha adoptado ni mantenido en todas partes: en la Unión Europea, a la que podemos añadir el Reino Unido y Suiza, 15 Estados han mantenido la tasa, 7 la han abandonado más o menos recientemente y otros 7 financian su difusión pública a través de los impuestos generales. Finalmente, el el importe de la tasa varía mucho, desde 36 € en Portugal hasta 340 € en Suiza ; está indexado a la inflación en Alemania e Italia. En el Reino Unido, donde también estaba indexado, el gobierno de Boris Johnson lo congeló durante dos años: la ministra de Cultura del Reino Unido, Nadine Dorries, anunció que la tarifa de la licencia, que la BBC quería aumentar a 180 libras, se congelaría en 159 libras (190 euros). hasta 2024- y sobre todo ha dejado de compensar las exenciones (para discapacitados, rentas muy bajas, etc.), es decir, unos 800 millones de libras, que ahora son responsabilidad de la BBC. También en Francia, el Estado compensa exenciones de hasta 600 millones de euros al año.
La realeza, un tótem ideológico
Así, es claro que un impuesto con destino específico, no más que una partida presupuestaria no marcada, no garantiza la independencia ni la financiación a largo plazo del servicio público audiovisual. La tasa es, de hecho, una línea presupuestaria entre miles de otras en el presupuesto general de Francia, votada cada año por el Parlamento en el otoño. Sin embargo, cualquier línea presupuestaria puede ser aumentada, reducida o cancelada cada año por el Parlamento, por recomendación del gobierno o no. Y cualquier cambio de mayoría puede cambiar o invertir la tendencia de la mayoría anterior. Así, los ingresos de France Télévisions se redujeron en 146,5 millones de euros durante los años 2018-2021; por eso, cuando Nicolas Sarkozy decidió prohibir la publicidad entre las 20 y las 6 horas, prometió una compensación “al euro más próxima”, que no cumplió. En última instancia, es el Parlamento el que vota el presupuesto...
El historiador puede agregar que el pago de la licencia no protegió la independencia del servicio público de las presiones de los ministros de información de la IVe y los primeros quince años de la Ve República. Cuando Georges Pompidou introdujo la publicidad en la ORTF, fue para evitar el aumento de las tarifas. En Grecia, la tasa no protegió la independencia del servicio público durante la dictadura de los coroneles entre 1967 y 1974. Y cuando Jacques Chirac decidió privatizar TF1, la tasa tampoco protegió al canal.
La importancia del pacto democrático
Es necesario, por tanto, imaginar con calma formas de financiación del servicio público audiovisual prescindiendo del canon o modificando su modo de recaudación. Así, en Portugal, son los operadores de telefonía quienes lo recogen. Es posible optar por esta solución en Francia, que permitiría ampliar la base imponible gravando todas las cajas, incluso todos los portátiles, y por lo tanto permitiría reducir el precio a pagar por cada ciudadano. También se puede imaginar vincular la cuota al impuesto predial, con o sin repercusión en los arrendatarios, lo que permitiría además ampliar la base y gravar a los multipropietarios.
Finalmente, lo más sencillo es crear una línea presupuestaria adicional en el presupuesto del Ministerio de Cultura, como la que financia la mitad de los ingresos de la Agence France Presse (que no parece estar sujeta a potestad por todo eso) o aquellas que suplen el Fondo de Apoyo a los medios de información social local o el Fondo de Apoyo a la radio expresión local. Entonces será suficiente que los parlamentarios se aseguren, como ya lo hacen todos los años, y previa consulta con las empresas de servicios públicos y ARCOM, a una financiación justa, sostenible y suficiente para que el servicio público cumpla su misión definida por Jean d'Arcy en 1953: "informar, cultivar, entretener".
Más que apoyar un canon que debe desaparecer con el impuesto a la vivienda, es mejor pensar cuál es la base del pacto democrático, del que forma parte una fuerte financiación de la radiodifusión pública, que a su vez fortalece la democracia. Sí el los países con mejor financiación de los medios públicos tienen una democracia más saludable. Sin embargo, el vínculo entre causa y efecto no es fácil de determinar: ¿es una democracia con buena salud, como en los países escandinavos, en Suiza o en Alemania, la que financia más sus medios públicos? ¿O es porque los medios públicos están mejor financiados que la democracia es más sana? Obviamente, funciona en ambos sentidos.
Patricio Eveno, Profesor Emérito de Historia de los Medios, Universidad Paris 1 Panthéon-Sorbonne
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