
"Dios, ¿eres real? ¡Soy un policía y necesito pruebas! ¡Así que dame pruebas! ¡Y demuéstrame que la Biblia es real! La gente dice que necesito una relación con Jesús, bueno, ¡dame eso también!"
Chris fue una vez policía en Australia. Pero después de una noche difícil y de amenazas a su esposa Debbie, se hundirá en la depresión. La aparición de un verso en la pared de su casa cambiará su destino.
En 1992, Chris arresta y acusa a un hombre que cometió tres delitos menores en la misma noche. Unos días después, este hombre llamará a su casa, se encontrará con su esposa y proferirá amenazas de muerte.
Chris caerá entonces en una espiral infernal: depresión, baja por enfermedad, pérdida de su trabajo.
"Me deprimí mucho y me enojé mucho. Mi esposa soportó mucho, pero me apoyó maravillosamente. Era cristiana y oraba por mí".
Un día clama a Dios.
"Dios, ¿eres real? ¡Soy un policía y necesito pruebas! ¡Así que dame pruebas! ¡Y demuéstrame que la Biblia es real! La gente dice que necesito una relación con Jesús, bueno, ¡dame eso también!"
Dos semanas después, vuelve a clamar a Dios: “Bueno, ¿dónde estás, Dios mío?”. Allí, escucha una voz detrás de él que dice "Jean".
"No había nadie más allí. Dije: '¿Eres tú, Dios?' Recordé que Juan era un libro del Nuevo Testamento, así que le dije a Dios: '¿Quieres que lo lea? ¿Dónde quieres que lo lea?'".
"No lo vas a creer", continúa, "pero en la pared sobre mí aparecieron tres números: 2, 1, 1".
"Estaba emocionado", explica, "le dije a Dios: '¿Es este el capítulo 2, versículo 11?' Como dije, los números desaparecieron de la pared".
Toma una Biblia recientemente ofrecida por su esposa y la abre en el libro de Juan, capítulo 2 y versículo 11.
Tal fue, en Caná de Galilea, la primera de las señales milagrosas que hizo Jesús. Manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él.
En ese momento, Chris se vuelve hacia Jesús. Al hacer un balance de su vida, explica: "Por supuesto que ha habido altibajos en los últimos 29 años, pero en general ha sido fabuloso".
MC
fuente: Noticias de la eternidad